Así, el proyecto apuesta a un elevado grado de intervención sobre las estructuras existentes pero sin desconocer el respeto por los principales atributos de interés patrimonial que deben ser objeto de una puesta en valor. Lo hace con una propuesta muy elaborada para el nuevo ingreso a la Gran Sala, con llegada directa desde el exterior y sacando provecho de la escala y las características constructivas del gran espacio interior en una lograda reformulación estética general, con fuertes acentos evocativos. Para ello se crea un nuevo hall distribuidor en una cota por debajo del nivel de la entrada existente que se resuelve como nuevo núcleo funcional para las actividades culturales.

No obstante, más allá del meritorio clima arquitectónico alcanzado, la entrega adolece de altibajos de ajuste y de desarrollo, como es la demolición del auditorio actual, que debe ser reconstruido en una cota inferior debido a la decisión de excavar el nivel de piso de toda la cabecera sureste del edificio, lo que resulta injustificado y constituye una debilidad dentro del  planteo general de intervención.